Ahora los chicos y las chicas se permiten expresiones que en años pasados eran inconcebibles, y que a algunos adultos les cuesta trabajo aceptar y entender, quiero compartir contigo algunas anécdotas que recuerdo.
1. Recuerdo a dos muchachos en este ciclo escolar que terminó, uno era de segundo año, tenía fama de broncudo, rudo, altanero, no trabajaba y había desafiado a varios profesores; el otro chavo era de primero, bastante alto para su edad, sociable, buen compañero, muy noviero, aunque latoso y medianamente trabajaba en clase.
Un día entré a uno de los salones de primero, estaba acomodando mi bolsa cuando pasó frente a la puerta el alumno de segundo y saludó al de primero que estaba parado en la puerta del salón: “¿Qué onda?” Y se pasó de largo, el de primero le dijo: “espérate, a mí salúdame bien.” A lo que el otro se regresó y lo saludó con un beso en la mejilla y se fue a su salón.
Para mi fue muy extraño ver que dos chavos se saludaran de beso con tanta naturalidad, sin importar que estuvieran parados frente a los salones de primero, y pensé: “que chido”, porque ellos como hombres pueden expresar su amistad y camaradería con un beso, no están pensando en “qué van a decir los demás” o si eso es de mariquitas, o si tienen una fama de machos que cuidar, etc. Etc.

Ojala más hombres se permitieran expresar su cariño por sus amigos o compañeros abrazándolos, saludándose de beso entre ellos, etc. Y eso no es ser mariquita, es ser humanos.